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Los colores en la Pintura

¿Qué es el color?

Como Historiadora del Arte sé que en nuestra profesión es muy complicado el estudio de los colores porque los vemos, como el tiempo los ha transformado, y en unas condiciones de iluminación muy diferentes a las que se dieron cuando los artistas los crearon, por ejemplo, los claroscuros no se ven igual a la luz de las velas que con la luz eléctrica. Generalmente no nos fijamos en los colores cuando analizamos una obra, y debemos tener en cuenta que sin los colores y los pigmentos las obras no existirían.

Hay que tener presente que el conocimiento de los colores ha evolucionado a través de los siglos, nosotros como espectadores del siglo XXI, miramos las obras de otro modo, nuestra percepción ha cambiado, somos otros ciudadanos distintos, con un bagaje y conocimientos muy diferentes a nuestros antepasados, que hace que veamos las obras desde otra perspectiva, otro vocabulario, otra imaginación, e incluso otros sentimientos.

Los colores han sido importantes en todas las culturas y todas han intentado dar una explicación a través del tiempo, pero será Isaac Newton en el siglo XVIII quien da con claridad la explicación física del color: nuestro ojo capta el color cuando la luz se absorbe, se refleja o se trasmite sobre un objeto. Este descubrimiento en el siglo XVIII nos permite entender el color en función de la luz, por ello vemos el mismo color con diferentes tonalidades según sean los rayos de luz que incidan sobre él, es decir, consigue que el color sea entendible, la conclusión es: sí no hay luz no hay color, la luz en realidad nos revela como es el mundo.

Los Colores del Planeta Tierra

La Historia de los colores

Los colores a lo largo de la historia se han ido interpretando de maneras distintas, cada cultura ha ido concediéndole a cada color un significado diferente.

Desde los primeros pueblos se ha utilizados el color como valor simbólico, para distinguir las diversas clases sociales o castas, o para determinar ciertas ideas mitológicas o religiosas. Un ejemplo es la iglesia católica: la jerarquía sacerdotal está configurada por medio de colores simbólicos que van desde el blanco papal al púrpura cardenalicio. Cada arte religioso utiliza los colores de forma simbólica.

Para los antiguos griegos el verdadero arte se debía representar con colores sobrios y discretos, solo utilizaban cuatro colores: blanco, amarillo, rojo y negro; rechazaban cualquier color brillante que llegara de Oriente pues suponía tonalidades opuestas a la discreción cromática. Por su parte los romanos exploraron una gran gama de colores que vemos reflejadas en las ruinas de Pompeya.

El mundo medieval era una vida sin color, los tintes no se emplearon hasta el siglo XIII, la vestimenta de las personas corrientes estaba sujeta a los ocres y marrones. No era de extrañar que para la gente del medievo, la luz y los colores causaran admiración, así que cuando en el arte Gótico se produce la riqueza cromática de las vidrieras, el asombro y la satisfacción que produjo en ellos es difícil de comprender hoy en día.

Vidriera Gótica

Con el arte del Renacimiento en el siglo XV el gusto por los colores experimentó un cambio elemental. En un principio los artistas del Quattrocento italiano quisieron volver a la Antigüedad clásica e intentaron pintar obras monocromas evitando los colores brillantes. La diferencia es que el norte de Europa no persigue volver al mundo antiguo y utilizan en su paleta los más vivos colores.

En el siglo XVI triunfa en Venecia de nuevo el color, el mundo católico se llena de obras de colores llamativos, mientras que en la Europa protestante los colores se reducen a los ocres, pardos y negros; ejemplos significativos son las obras del calvinista Rembrandt.

¿Qué simbolizan los diferentes colores?

El amarillo simboliza la materia luminosa y resplandeciente. Los fondos dorados de los antiguos cuadros aludían al más allá, lo maravilloso, el reino de la luz y del sol. Por el contrario, el amarillo apagado expresa la envidia, la traición, la falsedad, la duda, la desconfianza y el error.

El rojo va unido al mundo del guerrero y el demonio. El rojo puro simboliza el amor espiritual.

En el Antiguo Testamente el rojo está asociado tanto a lo prohibido como al poder y al amor.

El cristianismo lo unió a la sangre que Cristo derramó, la fuerza del Salvador que purifica y santifica, pero también lo asoció al infierno, a la impureza y al pecado. Los reformistas protestantes lo unieron a lo inmoral, había que eliminar lo rojo del templo y de las ropas de todo buen cristiano.

A partir del siglo XVI los hombres por lo general ya no vestían de rojo, en el mundo católico las mujeres eran las únicas que podían vestir de rojo, sin embargo el azul se convierte en el color masculino por ser más discreto.

El Azul es símbolo de la fe para el mundo cristiano, siempre significa algo milagroso y transcendental. A partir del siglo XII, la Virgen está vestida con manto azul; y en el siglo XIII los cielos se pintan de azul, ya que el Dios de los cristianos es un dios de luz y la luz se vuelve azul.

Estos tres colores básicos solo son un ejemplo de cómo fue evolucionando la simbología de los colores, y con esto veremos cómo los pintores fueron utilizando los pigmentos en sus obras.

Los pintores y sus pigmentos

El objetivo principal de los pintores era trasladar los colores a los distintos soportes. Los artistas tenían un conocimiento exhaustivo de las leyes ópticas del color que combinan los colores dando una unificación al conjunto final de la obra, pero también tenían un gran conocimiento de los pigmentos que utilizaban.

Cuando me refiero al conocimiento de los pigmentos quiero decir, que cuando se ve una obra terminada tiene un proceso en el que los pintores destilaban aceites, molían pigmentos y fabricaban utensilios para llevar a cabo todas estas labores; en el siglo XIV, este conocimiento les llevó a pertenecer al gremio de los médicos y boticarios en Florencia. Hasta el nacimiento de la química moderna la preparación de los pigmentos y colorantes estuvo relacionada con la alquimia.

Colores, pigmentos

Conocían todo tipo de colorantes y pigmentos orgánicos procedentes de animales y plantas, e inorgánicos de origen mineral. Los pigmentos llegaron a suponer un importante artículo de comercio. Los pintores poseían una gran gama de colores, pero el brillo y calidad dependían del dinero de sus mecenas. Los pigmentos minerales eran más caros, por ejemplo: el plomo se utilizaba para el blanco, el estaño para el amarillo, la azurita o el lapislázuli para el azul y la malaquita para el verde. Para adquirir los pigmentos más raros y de mayor calidad, el artista o su proveedor debían contactar con puertos como el de Amberes, Brujas o Venecia, que tenían vínculos comerciales con el Mediterráneo y Asia. El lapislázuli era uno de los más caros pues provenía de Afganistán.

Los rojos eran otros de los pigmentos más caros, se obtenían de triturar insectos como el escarabajo kermes o sintetizar el mercurio y el azufre del mineral cinabrio, del que obtenían el bermellón.

Tiziano utilizó el bermellón para resaltar sus obras, utilizando el pigmento más caro y de más alta calidad en la Asunción de la Virgen, en 1516. El color refleja la principal característica que dominó la pintura de Tiziano. Enciende esta obra con un rojo intenso vistiendo a tres figuras: la Virgen en el centro de la composición y dos apóstoles en la parte inferior. A pesar del rojo dominante, la unión de los colores suaviza el resultado final. María viste los colores de la iconografía clásica, el rojo de su túnica indica su completa humanidad y es símbolo del amor.

La Asunción de la Virgen, de Tiziano

Los pigmentos y colores eran para los pintores un valor seguro para el taller y en muchas ocasiones dejaban sus pigmentos en herencia a sus familiares. Los colores son la base fundamental de cualquier obra de arte, y es por eso que los artistas cuidaban celosamente sus conocimientos sobre los pigmentos y el trabajo que les llevaba hasta conseguir sus colores característicos.

Por Carmen Vaquero, Licenciada en Historia del Arte, Intérprete del Patrimonio.