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Jeroglíficos en el Arte del Renacimiento

Evolución de la escritura pictográfica.

Los jeroglíficos evolucionaron desde la Prehistoria a la cultura egipcia hasta encontrarlos en el arte del siglo XV, el Renacimiento, con la obra literaria Hypnerotomachia Poliphili que influyó en numerosas obras a lo largo de los siglo XV y XVI como en el Claustro de la Universidad de Salamanca.

Desde la Prehistoria, el hombre intentó reflejar en las paredes de las cavernas todo aquello que existía a su alrededor; la estilización de estos primeros dibujos es el origen de la escritura pictográfica aparecida en el neolítico, donde el hombre a través de los dibujos esquemáticos representaba un objeto real.

Los egipcios llamaban a su sistema de escritura la grafía. Este método de escritura estaba basado en imágenes de personas, animales o cosas. Esta escritura no tenía una organización predeterminada, sino que la combinación de distintos signos formaban un significado concreto.

No se sabe con exactitud si la grafía la inventaron los egipcios. Algunos historiadores consideran la posibilidad de que grupos de invasores nómadas procedentes de Asia se establecieran en el Valle del Nilo y extendieran su cultura a los pueblos ya asentados en la zona.

El término jeroglífico procede de la expresión griega “hiero-glypho”, que es la unión de dos palabras: sagrado y grabar. Los griegos denominaron a las grafías egipcias “las sagradas letras grabadas”.

De los tres tipos de escritura de Egipto: jeroglíficos, hierático y demótico, el jeroglífico es el más antiguo de todos y el que más tiempo duró. Este se utilizó para escribir todo tipo de textos y en cualquier soporte. La aparición del hierático con signos más simples, se utilizó para la escritura no monumental, quedando los jeroglíficos para reproducir textos religiosos en monumentos. El demótico es la escritura más tardía y derivada de la escritura hierática.

Hoy, desde nuestra mirada del siglo XXI, sabemos que la escritura jeroglífica es un sistema complejo que tardó muchos siglos en ser descifrado. La visión que se tuvo de la escritura egipcia durante mucho tiempo fue a través de los autores helenos de la Antigüedad, que encuadraban al mundo egipcio en el mundo primigenio y con ello su escritura, que según los griegos, era el lenguaje sagrado con que los dioses se dirigían a los hombres.

Los jeroglíficos estaban íntimamente ligados a las prácticas religiosas, de ahí la traducción de los griegos: las sagradas letras grabadas.

Al estar los jeroglíficos muy unidos al culto a los dioses, la llegada del cristianismo y el siguiente acoso a las prácticas paganas, el sistema de escritura de signos sufrió la marginación, el tabú y su desaparición.

Durante este período turbulento, hacia finales del siglo IV, la cultura egipcia estaba desapareciendo y con ella su escritura; se pública Hieroglyphica de Horapolo, una obra literaria cuyo objetivo era salvaguardar el conocimiento de la escritura jeroglífica como emblema de una identidad cultural, que en aquellos momentos desprendía sus últimos lamentos.

Durante mucho tiempo se intentó descifrar este lenguaje de signos, pero no se llegaba a una transcripción correcta porque se creía que cada signo pintado o esculpido representaba una palabra.

El ejército francés descubrió la Piedra Rosetta en la ciudad egipcia de Rashid (Rosetta), en 1799; será Jean-François Champollion tras 23 años de estudios de la piedra pudo concluir, en 1822, las traducciones completas de los tres textos trilingües: jeroglífico, demótico y griego.

Piedra Rosetta

Piedra Rosetta. The British Museum London

Jeroglíficos en el siglo XV

Los jeroglíficos en el arte del Renacimiento se generalizan por el descubrimiento, en 1419, en la isla griega de Andros de la obra literaria Hieroglyphica de Horapolo, comprada por el clérigo y geógrafo Cristoforo Buondelmonti y enviada a Florencia en torno a 1422. Según el libro de Horapolo, los distintos signos se transcribían según un significado imaginario.

La primera publicación en griego de la obra de Horapolo se realizó en Venecia, en 1505, por el impresor Aldo Manuzio, avivando estudios teóricos y literarios sobre los jeroglíficos. Contribuyó también a un aumento de la utilización de los jeroglíficos como imágenes decorativas, llegando a utilizarlos como decoración de monumentos. La Hieroglyphica de Horapolo se convirtió en la obra de referencia en todo lo relacionado con los jeroglíficos, considerándola la única obra legítima del conocimiento de la escritura egipcia.

En esta época del Renacimiento se despierta un gran interés por todo lo enigmático, se preocupan por buscar el significado oculto de las cosas y esto se unió a ese lenguaje de símbolos que liga palabras con imágenes. Se pretendía rescatar la sabiduría perdida de la Antigüedad y el vocabulario hermético y secreto de los egipcios. Los restos arqueológicos de la Antigüedad mostraban imágenes que resultaban enigmáticas; en este contexto, movido por el encanto hacia la civilización egipcia aparece publicado en 1499, la obra literaria Hypnerotomachia Poliphili o Sueño de Polífilo, impresa en el taller de Aldo Manuzio, célebre editor instalado en Venecia desde 1488.

Hypnerotomachia Poliphili Blog

Hypnerotomachia Poliphili - Imagen: Dominio público.

En la Hypnerotomachia Poliphili no aparece el nombre del autor, se deduce de la frase formada al unir cada una de las letras del comienzo de cada capítulo «Poliam frater Franciscus Columna peramavit» («El hermano Francisco Colonna adoró a Polia»). No se sabe con exactitud quién era Colonna, algunos creen que era un dominico de Treviso; parece tratarse de un personaje culto y con formación aristotélica y humanista.

El otro gran personaje de esta obra es el editor Aldo Manuzio, un destacado impresor de la ciudad de Venecia; reconocido por ser el inventor de la letra cursiva o itálica. Es uno de los pilares de la publicación de la Hypnerotomachia Poliphili, debemos tener en cuenta que la obra está compuesta por 171 grabados y que la imprenta estaba en sus inicios.

La obra está dentro de lo que se llama obra incunable, que son todos los libros publicados entre 1453 y 1500. Con este dato valoramos enormemente la obra de Manuzio, pues en este periodo de comienzos de la imprenta, el editor era dueño y operador de la prensa, realizaba los tipos, es decir, fundían o realizaba en madera las distintas letras o caracteres, hacía el papel, encuadernaba, era un artesano que realizaba todo el proceso de impresión antes de que la imprenta se generalizara.

La Hypnerotomachia es uno de los primeros libros que se editó teniendo en cuenta la imprenta, es decir, se compuso pensando en las ilustraciones y que estas estuvieran correctamente colocadas empezando por la página de la izquierda. El libro consta de treinta y ocho capítulos en dos partes: en la primera Polífilo narra en sueños su amor por Polia; y en la segunda, la amada es la que cuenta su historia. Es una narración medieval con múltiples conocimientos arquitectónicos y arqueológicos. Su lenguaje es extravagante y oscuro, muy rebuscado, con palabras técnicas y extrañas que dificultan su comprensión.

La obra es considerada el primer libro de arquitectura impreso en compañía de ilustraciones; es fundamental dentro del Renacimiento porque los monumentos arquitectónicos y los jeroglíficos que se describen se tratan como elementos decorativos, que el autor nos reproduce, transcribe y comenta.

Las múltiples ilustraciones nos llevan a una civilización pagana como la egipcia y la griega que estaban empezando a redescubrirse en el siglo XV, en pleno Renacimiento. El autor nos hace una reinterpretación del pasado a través de todas las ruinas e inscripciones jeroglíficas que comenta en la obra. Los restos del mundo antiguo nos remiten a otras culturas, pero el autor modifica y multiplica su significado original.

Hypnerotomachia Poliphili es un libro en el que la arquitectura y los jeroglíficos descritos son los auténticos protagonistas: los personajes a los que se le dedican más comentarios y explicaciones.

Hypnerotomachia Poliphili – Claustro de la Universidad de Salamanca

La importancia de la Hypnerotomachia en el arte del siglo XVI, lo podemos ver en las numerosas obras de arte que inspiró, así como en los jardineros y arquitectos que indagaron para reflejarla en sus obras. Una de estas obras muy poco estudiada y reconocida son los relieves exteriores del Claustro alto de la Universidad de Salamanca, los llamados Enigmas.

Algunos historiadores creen que la reproducción de los Enigmas en el Claustro de la Universidad de Salamanca fue ideada por el rector Hernán Pérez de Oliva, humanista que con toda seguridad conoció la obra de Colonna en sus viajes a Italia. Sus característicos jeroglíficos llamarían su atención en el mismo momento en el que el interés por el misterio de la cultura egipcia se despertaba en toda Europa.

El mentor Pérez de Oliva, al igual que Colonna, intentó componer los Enigmas a la “manera egipcia”, frases latinas con sus imágenes equivalentes; las imágenes no pueden interpretarse con un significado libre, sino que van unidas a las inscripciones. Los relieves de la parte exterior del Claustro Alto recogen siete grabados de la obra Hypnerotomachia acompañados por las inscripciones explicativas.

Enigma Universidad Salamanca

Enigma Universidad Salamanca - Imagen: De Tamorlan

El conjunto de los siete relieves se lee de derecha a izquierda y se interpreta un programa ético en el que propone la prudencia como ordenadora de la conducta. Sigue el pensamiento estoico griego y romano con la norma moral de vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, basando el comportamiento en la virtud y la razón. La interpretación de estos Enigmas está unida a la escalera y a la Fachada Rica, integrándose en el mensaje de todo el edificio y llegando a una interpretación política en la que la prudencia y la justicia son los ejes del buen gobierno, donde la corona de uno de los Enigmas señala claramente la justicia y la prudencia de la monarquía del emperador Carlos V.

Por Carmen Vaquero, Licenciada en Historia del Arte, Intérprete del Patrimonio.